LA DIMENSION DEL SUEÑO
…Me dije: convertiré la dimensión del sueño en un horno alquímico de sanación. Si puedo programar una actitud desde la vida despierta hacia el sueño, puedo programar una actitud sanadora desde el sueño hacia la vida despierta.
Mi mundo interior lúcido será un canal donde la humanidad entera sane y se libere. Estoy convencido de que liberándome a mí mismo libero al mundo, soy parte de un común organismo social y espiritual universal, y lo que realizo yo, de alguna manera misteriosa se inscribe en la totalidad del Universo.
Siento que en los sueños lúcidos estoy unido a la conciencia colectiva de todos los seres, libre de inhibiciones. Por ello, si uno no navega en el sueño lúcido con un propósito de conciencia, la lucidez se pierde. Pero ¿y si el sueño existiera, entre tantas otras cosas, para ayudarnos a programar un futuro consciente? También podría ser una llave, una antena, el centro individual de la red donde todo es centro, una condición fundamental que está presente en todos para participar de la evolución colectiva de la especie y del universo, una puerta por la que circulan todas las dimensiones, no sólo humanas sino cósmicas, futuras, que se perciben disfrazadas con toda clase de imágenes, personajes, símbolos y metáforas, dándonos la posibilidad de danzar con ellas, impulsando una profunda mutación en la humanidad y permitiéndonos un acceso sin límites a lo más evolucionado del ser humano.
En general, todos vivimos como seres fragmentados, tanto en lo social como en lo más hondo de cada uno. Pero el sueño lúcido nos invita a unificarnos. No siempre nos escuchamos a nosotros mismos, y no logramos vivirnos en tanto que unidad; y en el sueño es posible. Hay movimientos en mí que se ven impedidos por las estructuras que me han sido implantadas, impuestas, acorralándome la percepción de la infinitud de vertientes de la inmortal fuente divina que soy.
Montague Ullman afirma que «los sueños contienen metáforas que parecen tener el objetivo de empujarnos delicadamente hacia un estado de mayor conciencia». Y esas metáforas, ¿de dónde proceden? Pienso que de lo no manifiesto, de la dimensión divina.
Cada uno es responsable del mundo en el que quiere vivir y decide cómo vivirlo, con milagro o con pesadilla, lúcido o dormido, como un ser de negatividad o como un ser de reluciente magia. Claro que la pesadilla es más fácil, puesto que ésta nunca nos parece una creación nuestra y no nos sentimos responsables. (…)
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